INFORME IRON MOUNTAIN
Autores: Leonard C. Lewin & John Kenneth Galbraith
La historia oficial afirma que “El Informe de Iron Mountain sobre la Posibilidad y Conveniencia de la Paz” es una falsificación perpetrada en el año 1967 por un grupo de graciosos que fabricaron un “informe”, supuestamente producido por un “banco de cerebros” norteamericano, con el fin de “revelar” los principales planes de una gran conspiración mundial de ultraderecha…
Al denominar el informe como “Iron Mountain”, se estaría aludiendo a su teórico emisor, el Instituto Hudson originalmente fundado por los padres de la cibernética, Herman Kahn y Norbert Wiener. Se dice también que el documento habría sido comisionado por el entonces secretario de defensa estadounidense, Robert McNamara (conspicuo miembro del Council on Foreign Relations y la Trilateral Commission, y ex-presidente del Banco Mundial).
El problema que hace que este informe aún preocupe a muchas personas, es el hecho de que, cuando se publicó originalmente, un amplio sector de la opinion publica especializada lo consideró absolutamente genuino y verídico. Se dice que por eso, resultó necesario crear – a posteriori – una narración “explicativa” que permitiera aseverar que el informe era “falso” y nada más que “una chanza” pergeñada por un grupo de traviesos universitarios que se pasaron de la raya.
En rigor de verdad, entre los que en su momento le dieron credibilidad estuvieron varios periodistas del prestigioso diario “The New York Times”. Este medio llegó a insinuar que uno de los autores del Informe era el conocido y famoso economista John Kenneth Galbraith. Cierto o no, lo concreto es que Galbraith jamás desmintió la versión.
Más aún: escribiendo bajo el seudónimo de Herschel McLandress, Galbraith llegó a decir:
“Pondría mi prestigio personal detrás de la autenticidad de sus conclusiones. Mis reservas solo se relacionan con la conveniencia de darlas a conocer a un público que obviamente no está en condiciones de interpretarlo”.
El Informe de Iron Mountain fue vuelto a publicar en 1996 (The Free Press, Nueva York) por Leonard Lewin quien procuró “tranquilizar” a la opinión pública diciendo que él mismo había sido el autor de aquella supuesta falsificación. Sus argumentos, sin embargo, convencen mucho menos de lo que puede llegar a convencer el Informe mismo.
De hecho, el Informe resulta tan sorprendentemente convincente que la discusión sobre la real autenticidad del documento seguirá, sin duda, por mucho tiempo. Pero, a la luz de los acontecimientos que han ocurrido en el mundo durante los últimos 35 años, su credibilidad solo aumenta. Suele traer a la memoria otros textos apócrifos cuyos contenidos, sin embargo, resultan tan acertados que solo queda repetir aquel conocido apotegma italiano que dice: “si non e vero, e ben trovato”….
Saque el lector sus propias conclusiones.
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