sábado, 13 de septiembre de 2014

Orden Imperial de Guadalupe


ORDEN IMPERIAL DE GUADALUPE
Autora: ZÁRATE, Verónica

LA IMPORTANCIA DE LA ORDEN IMPERIAL DE GUADALUPE, creada durante el gobierno posterior a la consumación de la independencia, estriba en que el imperio, para consolidarse, creó, entre otras cosas, un cuerpo que aglutinaba a personas que ostentaban los atributos de honor, prestigio, riqueza, fidelidad y servicios a la patria. Dichos sujetos desempeñaban un papel de control social en torno a diversas instancias, como el ejército, la Iglesia, la burocracia, los centros de enseñanza educativa y puntos clave a nivel regional. Se pretendió crear un cuerpo nobiliario —o de características semejantes— con el fin de reforzar una corte imperial. La creación de dicho organismo permitía, a la vez, premiar los méritos de aquellos que habían contribuido a proyectar un nuevo país.

Los primeros años del México independiente fueron momentos de transición. Como el mismo Iturbide reconocía, ‘‘la forma monárquica de gobierno era el sistema que mejor se adecuaba al pueblo que recién se había liberado del yugo español’’. Así, dicha organización política ostentaba innovaciones significativas y sin embargo, conservaba viejas tradiciones. Se procuraba reconocer y fusionar aquellos elementos del pasado reciente con los nuevos sectores emergidos de la guerra y de la moderna situación política. Todo ello tenía como objetivo sacar adelante a la nación que había roto sus lazos de dependencia con la corona española y el grupo hegemónico discurrió que la mejor manera de organizarse era a través de una monarquía constitucional.

Por otra parte, aún no había terminado el proceso de secularización y la sociedad mexicana todavía mantenía una relación íntima entre la Iglesia y el Estado. Por lo tanto, la monarquía constitucional se sustentaba en estos dos centros de poder y buscaba la conciliación de los intereses de ambos y la armonía de sus distintos miembros. En términos culturales y a nivel de las mentalidades, debemos entender que no existía una separación tajante e irreconciliable entre las instituciones civiles y las eclesiásticas, siguiendo la costumbre de los años virreinales. En este sentido, las principales ceremonias imperiales de carácter civil eran sancionadas por las autoridades eclesiásticas y ritualizadas a través de actos religiosos.

Analizando la formación de la Orden Imperial de Guadalupe, descubrimos el arraigo que tenían hábitos y costumbres y, a la vez, la introducción de innovaciones propias de los nuevos tiempos. Al considerar a los individuos seleccionados para ingresar a las filas de la institución honorífica y ‘‘ornamental’’, reconocemos a aquellas personas que se consideraban merecedoras de un premio y distinción según el concepto de la élite gobernante. Y finalmente, examinando la etiqueta, el protocolo y la fastuosidad de las ceremonias que efectuaron, encontramos rupturas y continuidades en las costumbres del México independiente respecto a la época virreinal. La Orden Imperial de Guadalupe se encuentra inscrita en un proceso cultural donde convive la tradición con la modernidad.

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